El agua es la fuente de la vida, un bien tan antiguo como la humanidad y, al mismo tiempo, uno de los recursos más amenazados. Imaginemos nuestras ciudades, campos y hogares sin ella: un escenario devastador que impactaría sin distinción a cada persona, empresa y ecosistema. Para evitar este futuro, necesitamos entender cómo las finanzas pueden convertirse en un aliado poderoso en la protección de este elemento esencial.
Más allá de los litros que consumimos, el agua representa un verdadero motor económico. Cada año, el valor económico directo anual supera los 7,5 billones de dólares, una cifra equivalente al PIB de Alemania y Francia combinados. Pero si ampliamos la mirada hacia los servicios que brindan los ecosistemas acuáticos —como la depuración natural, la regulación climática y la protección contra desastres— el monto asciende a 58 billones de dólares, casi el 60% del PIB mundial.
Estos datos no son solo estadísticas frías: representan empleos, producción industrial y seguridad alimentaria. La agricultura, por ejemplo, utiliza el 69% del agua dulce global, mientras que la industria y la energía demandan otro 19%. Cada litro cuenta y, por ende, su valor económico es incuestionable.
Donde hay agua, florece la prosperidad. El acceso continuo a agua limpia genera empleo, impulsa la salud pública y libera tiempo, especialmente para las mujeres, que muchas veces asumen la tarea de acarrear agua. En la República Democrática del Congo, un proyecto de acceso hidráulico creará 30.000 nuevos empleos, un claro ejemplo de cómo la gestión sostenible del agua puede transformar comunidades.
Sin embargo, la ausencia de una política adecuada impacta con dureza. En Ciudad del Cabo (2018), la sequía dejó sin sustento a 20.000 trabajadores agrícolas, recordándonos que la falta de agua se traduce en pérdidas humanas y económicas.
¿Cómo movilizar recursos para asegurar el futuro hídrico? Existen diversos mecanismos:
Estas herramientas pueden adaptarse a distintos entornos: desde metrópolis en expansión hasta cuencas rurales, siempre con un objetivo claro: eficiencia y equidad.
Ignorar esta realidad implica un alto precio. Para 2050, la escasez de agua podría reducir el PIB en hasta un 6% en regiones áridas. En países de ingresos altos, la caída promedio llegaría al 8%, mientras que en naciones más vulnerables podría alcanzar entre el 10% y el 15%.
Durante 2022, los desastres naturales ocasionaron pérdidas globales de 275.000 millones de dólares, y una parte significativa se debió a inundaciones y sequías. Conservar bosques ribereños, humedales y acuíferos no es solo una cuestión ambiental: es una estrategia para proteger el bienestar de futuras generaciones y reducir los riesgos asociados a fenómenos extremos.
El crecimiento demográfico, la urbanización acelerada y el cambio climático presionan cada gota disponible. Se prevé un aumento del 50% en la demanda de alimentos entre 2012 y 2050, lo que intensificará la presión sobre la agricultura y los ecosistemas. El uso ineficiente y la infravaloración del agua son la raíz del estrés hídrico.
Sin embargo, existen caminos esperanzadores. Invertir en economía circular del agua y energía promueve la reutilización sistemática de cada litro, transformando el recurso en una infraestructura viva. La contabilidad integral del agua, que valore sus aportes sociales, ambientales y culturales, orienta mejor las decisiones y orienta flujos financieros hacia proyectos de impacto real.
El desafío es enorme, pero las herramientas y el conocimiento están al alcance. Gobiernos, empresas, agricultores y ciudadanos pueden alinear esfuerzos para garantizar que cada inversión rinda frutos hidráulicos, sociales y económicos.
Preservar el agua es, en última instancia, preservar la vida, la salud y la prosperidad. Si actuamos ahora, podremos legar a las próximas generaciones un planeta más resiliente, justo y próspero.
La unión de las finanzas con la sostenibilidad hídrica no es una opción: es una urgencia ética y práctica. Cada decisión financiera, cada política pública y cada acción individual pueden marcar la diferencia en la protección de este recurso invaluable.
Referencias