El turismo ha evolucionado más allá de la simple visita a monumentos o playas. En 2025, esta actividad se concibe como una inversión en experiencias únicas que beneficia tanto a viajeros como a comunidades receptoras.
España se ha consolidado como referente mundial del turismo responsable, recibiendo más de 66,8 millones de turistas internacionales y obtieniendo un gasto turístico superior a 92.400 millones de euros hasta agosto de 2025. Estas cifras suponen un crecimiento del 7,1% frente al año anterior y posicionan al sector como un pilar esencial de la economía nacional.
Con estos resultados, el turismo representa el 15,3% de la producción española, el 16,2% del valor añadido bruto y el 14,6% del empleo en 2023, superando niveles prepandemia. A nivel global, el segmento de turismo internacional sostenible movió 181.100 millones de dólares en 2019, una cifra que ha seguido en aumento a pesar de los desafíos recientes.
El perfil del viajero en 2025 ha experimentado cambios notables. El interés por destinos que implementan prácticas sostenibles y regenerativas crece de manera constante. Las prioridades más destacadas son:
Este cambio refleja una demanda de destinos menos concurridos y auténticos, donde la calidad y la inmersión cultural pesan más que la cantidad de visitas.
El concepto de turismo responsable ha evolucionado hasta incorporar la regeneración del destino, no solo la minimización de impactos. Ahora se apuesta por proyectos que restauran ecosistemas, protegen el patrimonio y fortalecen la identidad local.
En este sentido, destacan iniciativas como:
Estos proyectos no sólo reducen la huella ambiental, sino que generan impacto positivo en comunidades rurales y urbanas.
La digitalización y el uso de tecnologías de inteligencia turística se han convertido en aliados imprescindibles. Los Destinos Turísticos Inteligentes (DTI) aprovechan big data e inteligencia artificial para:
España tampoco se queda atrás, incentivando plataformas que conectan a proveedores locales con viajeros, promoviendo una experiencia genuina y sostenible.
El turismo responsable produce un efecto multiplicador significativo. Cada euro invertido genera aproximadamente otro euro adicional en producción y empleo indirectos, traduciendo la actividad en un motor de desarrollo local.
Desde el punto de vista social, se fomenta el empleo estable, se mejora la calidad de los servicios públicos y se conserva el patrimonio cultural y natural. Ambientalmente, la adopción de prácticas circulares y programas de restauración de hábitats permiten mantener la salud de los ecosistemas.
Estos logros evidencian resultados económicos y sociales positivos, al tiempo que se refuerza la calidad de vida de los residentes y la autenticidad del destino.
A pesar de los avances, aún persisten retos globales y locales. La presión sobre destinos urbanos ha llevado a la regulación de pisos turísticos, buscando un equilibrio entre visitantes y residentes. La coordinación entre administraciones y la aplicación de una fiscalidad justa son esenciales para evitar tensiones en el mercado de la vivienda.
Además, la huella de carbono del transporte turístico supera los 1.000 millones de toneladas de CO₂ anuales, lo que exige la incorporación de indicadores de impacto ambiental y social en la gestión de destinos.
Sin embargo, estos desafíos abren oportunidades: la diversificación de destinos, la promoción de experiencias éticas bajo el concepto TLC (Travel Loving Care) y la apuesta por la compra pública verde, como recomienda el Observatorio malagueño.
España y otros destinos internacionales demuestran que el turismo responsable y regenerativo es más que una tendencia: es una inversión en experiencias únicas con beneficios sostenibles para turistas, comunidades y medio ambiente. Invertir en este modelo implica garantizar el futuro de los territorios, preservando sus recursos y garantizando vivencias memorables y auténticas para las próximas generaciones.
Referencias